Empezamos la ruta en el restaurante Apotheca, en el callejón del Lucio 3, totalmente desconocido para mí y una muy grata sorpresa: es un local que lleva poco tiempo funcionando, creo que desde el verano, y que está construido aprovechando unos aljibes musulmanes, pero con detalles modernos en construcción y también en la carta y en la coctelería. La tapa de este local se titulaba "Esta no es la tortilla de mamá" y era una versión de tortilla compuesta por crema de cebolla tostada, sabayón de huevo, espuma de patata, trufa y cecina de ciervo, muy original en su presentación en un vaso de tubo y con una maravillosa mezcla de texturas y sabores. Además con la bebidas (un poco caras a decir verdad) nos pusieron una tapa de carcamusas (carne en salsa) que también estaba muy buena.
La segunda parada fue en el hotel Alfonso VI, en General Moscardó 2, en un restaurante de tipo clásico, orientado al turismo. Allí nos tomamos en la barra un Fricasé de ciervo a la reducción de vino tinto de la Mancha, sobre crocanti de hojaldre, con fusión de frutas y verduras, que me sorprendió muy gratamente; la combinación de sabores era muy original y se complementaban muy bien los toques dulces y salados.
La tercera tapa la tomamos en el restaurante Locum, en la calle Locum nº 6, que se encuentra en una antigua casa del siglo XVII rehabilitada con mucho encanto. Allí nos ofrecieron una Mini hamburguesa de rabo de toro con mostaza y berenjena, que estaba realmente sabrosa, y que venía acompañada por un cucurucho de maíz relleno de puré de patata frita con ketchup y mostaza, que estaba también estupendo.
Terminamos el almuerzo pasando por el bar Adolfo Colección 1924, en la calle Nuncio Viejo nº 1, al lado de la catedral, donde la tapa de la jornada era Crema de patata, dos mojos y huevo de corral, una tapa algo más contundente pero también sabrosa y cuidada, siendo las salsas de pimiento del piquillo y una salsa verde.
Al día de siguiente volvimos otra vez de ruta de tapas, esta vez para cenar, y visitamos tres nuevos bares, empezamos primero por el bar Alfileritos 24, también construido en una vieja casa en ruinas con un gran proyecto de rehabilitación, y donde tomamos Volován de morteruelo con salsa de setas, muy buena tapa con una gran combinación de sabores entre el sabor intenso del morteruelo aligerado por la salsa de setas.
Despues fuimos al asador Txoco, en la Plaza de la Ropería 1, donde nos ofrecieron una Bomba de patata rellena de "Ferrero Rocher" de morcilla, perda de Idiazábal y compota de otoño. La tapa tenía una bonita presentación y era una buena cantidad. De sabor estaba bastante bien, aunque quizás no llegaban a combinar del todo.
La última parada de este año de la Jornada de la tapa en Toledo fue en el bar Babia, en la calle Sierpe 11, donde tomamos una Milhoja melosa gratinada con manzana verde (que llevaba patata, cebolla caramelizada, carrillada, bechamel de queso y reducción de manzana), que aunque estaba buena, era algo flojilla de sabor y también en presentación.
Como podéis ver, la Jornada de la tapa en Toledo merece la pena ser visitada, además de que podréis disfrutar mientras vais de bar en bar de una ciudad preciosa, y también de muchos locales rehabilitados y que han utilizado elementos históricos de la ciudad que son un placer también a la vista. Además las tapas cuestan como mucho dos euros, por lo que sale bastante bien de precio y te permite comer en algunos restaurantes que normalmente salen un poco de presupuesto. Por cierto, una vez visitados cinco locales hay urnas donde votar tu tapa preferida, y además entrar en concurso de fines de semana, cenas, etc.; y yo personalmente me quedé con la primera tapa que os he presentado.
¿A alguien le apetece pasarse por Toledo? Quien esté tentado tendrá que darse prisa, ¡ya que termina el 27 e Noviembre!
Que buena pinta tiene esa tortilla del Restaurante Apotheca.
ResponderEliminar¡Estaba deliciosa!
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